Reseña al paso: Batman – The Killing Joke

The Killing Joke hace lo posible por reflejar el aire que transmite leer un cómic. Y si bien se esmera por asemejarse a la fuente de origen, no necesariamente le suma puntos extra.

El Guasón ha escapado del asilo Arkham y tiene planes mucho más siniestros que de costumbre. Batman deberá atraparlo, antes de que el Guasón arrastre consigo mismo a más personas hacia su locura.

Lo más resaltante en esta adaptación animada son las actuaciones de voz. Tanto Kevin Conroy como Mark Hamill dotan de mucha personalidad a Batman y al Guasón. No es algo nuevo, previamente ya habían prestado sus voces para otras películas animadas y videojuegos; pero aún así se conservan como personas emblemáticas de este universo.

Como se dijo en un inicio, esta adaptación mantiene el tono de una plataforma como las historietas y lo plasma en un producto audiovisual. Previamente se han dado cruces de este tipo y The Killing Joke lo logra de nuevo. Si la memoria no me falla, tanto los diálogos como los encuadres han sido extraídos del cómic para darle dinamismo a la película; salvo por el inicio del primer acto el cual me gustaría comentar más adelante.

No obstante, el problema se encuentra en este afán por plasmar la imagen y texto en lo audiovisual. Hacer un calco del cómic a la película no la convierte en una buena idea. ¿Es acaso porque la fuente original es mala? Para nada, The Killing Joke tiene una historia tan oscura como perturbadora. Sin embargo, así como en la literatura, no se puede representar el cómic imagen por imagen, ni texto por texto, en una plataforma audiovisual. Mejor dicho, sí es posible hacerlo, pero no es lo más recomendable.

¿Por qué? Tanto la literatura como la historieta responden a códigos y lenguajes distintos. Pueden emplearse, y lo hacen, como para narrar relatos donde prima la acción. Pero la gracia en estos modos de comunicación es en profundizar en el pensamiento, en el sentimiento, en el personaje interno. Y sí, el cine y la televisión también puede lograrlo. La diferencia es la manera cómo lo hacen.

Habiendo dicho esto, The Killing Joke cuenta con una historia que funciona a la perfección en cómic, pero en película se queda corta. Como si hubiera espacios vacíos que la aceleran y para cuando menos nos damos cuenta, ya estamos en el tercer acto. La inclusión del contenido extra en el primer acto podría tratarse de un método para “rellenar” estos vacíos con acción o generar relación en los personajes. No obstante, se trata de una secuencia que no logra aportar nada de lo que debería hacer.

En resumen, The Killing Joke nos recuerda lo grandioso que era esa novela gráfica, pero también nos tiene como recordatorio que el cruce de plataformas implica algo más que pasar la historia de un medio a otro; es adaptarse a los códigos, lenguajes y características; algo que esta película no consigue.