Reseña al paso: Passengers

El primer blockbuster del año cuenta con dos actores que poseen mucha química entre sí, dentro de una historia que pretende abordar mucho pero no lo logra.

La nave Avalon está en un viaje hacia el planeta Homestead II, que durará 120 años. Cuando dos pasajeros despierten de su estado de hibernación, 90 años antes de lo planeado, se encontrarán aislados en medio del espacio.

El gran acierto de Passenger es la creatividad que explota en este mundo futurista. Que se ha replicado con anterioridad, se ha hecho; pero no se niega que tiene un encanto en particular; sobretodo la nave misma que es la locación principal y que hasta tiene un espíritu propio.

A su vez, Chris Pratt y Jennifer Lawrence cumplen con sus actuaciones. No vemos nada nuevo en ellos pero tampoco es erróneo. De no ser por estos dos, la película no habría podido sostenerse de alguna manera.

Pasajeros se vende como un relato de supervivencia pero, el resultado final, es una mezcla de relación amorosa en medio del vacío con pequeñas dosis de películas de desastres y del hombre contra la máquina; mezcla que podría funcionar si se hubiera tenido claro qué era lo que se planeaba narrar. Cosa que al parecer no se consigue.

Tramas que debieron convertirse en sub-tramas y viceversa son el problema principal con Pasajeros. Se plantea un objetivo que se extravía poco antes de empezar el segundo acto y que se retoma en el desenlace. Esta pérdida de horizonte es lo que hace que la película se desaproveche y se convierta insustancial.

En resumen, Passengers desaprovecha la oportunidad de ser un largometraje de ciencia ficción pasable. La relación entre Pratt y Lawrence, por más natural que sea, no encuentra cómo encajar al incluir tantos elementos plegados en la película.

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