50 años de ‘It’s Alive’: Larry Cohen y los horrores de la paternidad

Inmediatamente después de que la nueva generación de Hollywood se apoderara de la industria del entretenimiento, comenzaron a tener hijos. Y esto era más aterrador que cualquier otra película. Rosemary’s Baby (1968), The Exorcist (1973), The Omen (1976), Eraserhead (1977), The Brood (1979), The Shining (1980), Possession (1981) y muchas otras tratan, al menos en parte, sobre los miedos de ser padres. ¿Y si mi hijo resulta ser un monstruo? ¿Está corrompido por alguna fuerza maligna? ¿Y si resulta ser el Anticristo? ¿Y si los arruino de alguna manera, o no puedo ayudarlos, o incluso me vuelvo loco y trato de matarlos? Un gran ejemplo de esto es la película de bebé monstruo de Larry Cohen de 1974: It’s Alive, que explora no solo la montaña rusa de emociones que cualquier padre experimenta ante a las dificultades de criar a un hijo, sino también la eterna pregunta sobre quién tiene la culpa cuando algo sale terriblemente mal.

Cohen empieza a establecer sus puntos en la película cuando Frank Davis (John P. Ryan) discute sobre la realidad actual con un grupo de futuros padres en la sala de espera del hospital. Discuten el “exceso de plomo” en los alimentos y el medio ambiente, la contaminación y los pesticidas que solo sirven para producir cucarachas que son “más grandes, más fuertes y más difíciles de matar”. Frank comenta: “Vaya mundo para tener hijos“. Este ha sido por mucho tiempo un punto de discusión entre las personas al tratar de decidir si tener hijos o no. Algunos sienten que es irresponsable traer niños a un mundo tan violento, arruinado y peligroso, y ciertamente no se les puede refutar con facilidad.

Inmediatamente después de esta escena viene la secuencia más famosa de It’s Alive, en la que la esposa de Frank, Lenore (Sharon Farrell), es la única persona que queda viva en la sala de partos, con los médicos destrozados a dentelladas por su bebé mutante, que ha escapado. “¡¿Cómo es mi bebé?! ¡¿Qué le pasa a mi bebé?!” grita, mientras las enfermeras la llevan frenéticamente a una sala de recuperación. La noche que había comenzado con alegría y emoción en el nacimiento de su segundo hijo se convirtió en una pesadilla.

Los padres no pueden evitar culparse por las luchas que enfrentan sus hijos. Aparecen las ideas de “si tan solo” y fácilmente superan las voces que nos aseguran que realmente no tiene nada que ver con nosotros. En la película, Lenore dice: “Tal vez sean las pastillas que he estado tomando“. Frank reflexiona en voz alta sobre cómo solía pensar que Frankenstein era el monstruo, pero cuando envejeció se dio cuenta de que él era quien había creado el monstruo. De igual modo, él se pregunta si la mutación de su bebé es su culpa, si él creó al monstruo que está aterrorizando Los Angeles. Las madres pueden preguntarse: “¿Tomé una copa, demasiado café o fumé antes de saber que estaba embarazada? ¿Estaba demasiado estresada durante el embarazo?” Nuevamente, la mayoría de los padres no pueden evitar preguntarse si todo es culpa suya.

En un momento de la película, Frank va a la escuela donde han visto a su bebé y es escoltado por la policía. Escucha a alguien comentar sobre “genes alterados”, lo que trae a colación la vieja discusión sobre naturaleza versus crianza. A pesar de la presencia de médicos y detectives que dicen: “Sabemos que esto no es tu culpa”, Frank no puede evitar pensar que sí lo es, y que en el fondo todos piensan lo mismo. Hacia la mitad de la trama, Frank acepta renunciar al niño y entregarlo para experimentación médica. Lenore y su hijo mayor, Chris (Daniel Holzman), buscan criar y cuidar al bebé, viéndolo no como un monstruo, sino como un miembro de la familia.

It’s Alive lleva estas ideas a un nivel aún mayor gracias al hecho de que el hijo de los Davis realmente es un monstruo, un mutante con garras y colmillos que asesina y come personas. A finales de los años 60 y principios de los 70 también se vio el surgimiento de genocidas y asesinos en serie que intensificaron el debate sobre naturaleza versus crianza. Obviamente, estas personas no eran monstruos literales, sino seres humanos que provenían de padres humanos, pero en los que algo había salido horriblemente mal. En muchos casos, la crianza de estos asesinos claramente contribuyó a su comportamiento antisocial, pero esto no es siempre así. It’s Alive pregunta: “¿Qué pasa si un monstruo proviene de un buen hogar?” En este caso, ¿es la sociedad? ¿Los factores ambientales? ¿El plomo, la contaminación y los pesticidas? Es casi imposible saberlo, pero el final de la película subraya una verdad incómoda: incluso los monstruos tienen padres.

A medida que la película se acerca al final, Frank se une a la búsqueda de su hijo a través de las alcantarillas, en dirección al río Los Angeles. Armado con un rifle y listo para matar, se ha despojado de cualquier relación con el niño. Sin embargo, encuentra a su bebé llorando, sus instintos paternales regresan. Con lágrimas en los ojos, le habla a su hijo para consolarlo y lo envuelve en su abrigo. Lo abraza, lo acaricia, y le dice con calma que todo va a estar bien. La gente a menudo se pregunta cómo los padres de aquellos que cometen actos atroces pueden sentarse en el tribunal, derramar lágrimas y defenderlos. Esto sin duda es un tema complejo. Es más que seguro que estos padres saben que sus hijos han hecho algo malo, pero eso no cambia el hecho de que son sus niños, parte de ellos convertida en un ser humano completamente nuevo. Anular eso sería como cortarse un brazo, sin importar lo que hayan hecho; y aquí se hace un trabajo excepcional al colocar a la audiencia en esa situación.

A pesar de los problemas e ideas que se examinan en la película, It’s Alive está lejos de ser una historia sombría. En el fondo, sigue siendo una película de monstruos y está llena de humor negro. En uno de sus momentos más memorables, un lechero es arrastrado hacia la parte trasera de su camión mientras la sangre roja se mezcla con la leche blanca de las botellas que quedaron rotas. Justo después de que Frank acepte unirse a la búsqueda del bebé, la película muestra la parte trasera de un camión de helados con las palabras “STOP CHILDREN” escritas en él. La película tiene buenas escenas de asesinatos, un bebé mutante creado por el maestro Rick Baker en sus primeros años de carrera, y mucha acción. ¡Y se supone que es una película clasificación PG! No hay duda, los años 70 fueron salvajes. Y por si fuera poco, también contiene temas que dejan al espectador pensando, lo cual era la especialidad del director.

Cohen hizo todo tipo de películas pero las más perdurables son las de terror, y todas abordan los problemas sociales y los miedos de la época en que fueron hechas. God Told Me To (1976), Q: The Winged Serpent (1982) y The Stuff (1985) son grandes ejemplos de cine de explotación de bajo presupuesto y que a la vez es socialmente consciente. Desde luego, It’s Alive encaja perfectamente en ese grupo. Cohen escribió y dirigió dos secuelas: It Lives Again (o It’s Alive 2) en 1978, e It’s Alive III: Island Of The Alive en 1987, y es acreditado como coescritor en el remake de 2008. Todas estas películas exploran las ideas de la responsabilidad paternal en medio de las diversas preocupaciones de la época en que fueron hechas, incluidos el derecho al aborto y el SIDA.

Cincuenta años después de que It’s Alive se estrenara, solo se ha vuelto más relevante. Los temores en torno a la paternidad nos han acompañado desde el principio de los tiempos, pero a medida que pasan los años, las razones de estos temores parecen volverse cada vez más profundas. En el mundo de hoy, esa conversación de los padres en la sala de espera podría ampliarse a hormonas, modificaciones genéticas en los alimentos, terrorismo, cambio climático, tiroteos escolares, y otras amenazas que eran desconocidas o al menos menos preocupantes hace cincuenta años. Tal vez las teorías conspirativas alarmistas sobre químicos y vacunas también serían mencionadas, mientras los padres siguen mirando sus redes sociales en el celular. Ser padres no es una decisión fácil, y no tiene por qué serlo, pero si alguien en la situación de Frank pudo ir más allá del terror por su hijo, quizás los demás también podamos.

Fuente