‘Invasion Of The Body Snatchers’ y cómo mejoró de 1954 a 1978

Hoy estamos rodeados de remakes y reboots a diestra y siniestra, pero en realidad no es novedad que una idea se vuelva a presentar años después para una nueva audiencia. Uno de mis remakes favoritos es el de Invasion Of The Body Snatchers, o La Invasión de los Exhumadores, como la conocímos aquí. A pesar de que ha sido adaptada montones de veces, Don Siegel hizo la primera versión en los 50s, sentando las bases, y Philip Kaufman creó lo que para mí es la versión definitiva 20 años después. Ambos dieron enfoques muy diferentes a sus versiones, tomando como fuente la novela de Jack Finney de 1954 “The Body Snatchers”. Kaufman no trató de repetir la película de Siegel, pero reconoce su existencia en varias ocasiones. Hay una influencia literaria detrás de ambas producciones, pero el director no pretende ignorar lo que ya existe. Y es que la película no puede evitar ser un remake, pero con décadas de diferencia, Kaufman evolucionó el producto hacia una pesadilla extraterrestre contemporánea (hablando de finales de los 70s).

Invasion Of The Body Snatchers muestra cómo los avances cinematográficos pueden beneficiar a los remakes, como en el caso de The Blob (La Mancha Voraz) o House on Haunted Hill, siendo nuevas visiones de clásicos de los años 50s y 60s con tecnología moderna. Siegel llegó hasta donde pudo con su historia de clones en tiempos de imagen en blanco y negro, mientras que Kaufman hace lo suyo entrando a la edad de oro de los efectos prácticos de terror. Es difícil encontrar el terror en escenarios dentro del estudio, trajes de goma y otras limitaciones, y no se trata de menospreciar la historia de Hollywood, sino de justificar por qué un remake puede sentirse más apropiado. Kaufman aprovechó toda la intensidad de un terror más elaborado que dejó de lado la teatralidad previa a los años 70s, transformando un espeluznante acercamiento a estos seres vegetales extraterrestres en un fenómeno global de suplantación y seres que gritan sin control.

El Enfoque

Daniel Mainwaring, guionista de la película original, explora los aspectos más románticos en la versión de 1956. El Dr. Miles Bennell, interpretado por Kevin McCarthy, y Becky Driscoll, encarnada por Dana Wynter, viven una típica historia de amor, pero rodeados de plantas extraterrestres. Esto era muy propio de las producciones de aquellos años, una práctica que hoy podría considerarse como una gran limitación creativa. Por su parte, el guionista Walter Richter adopta un enfoque alarmante y tenso para la adaptación de 1978, sin dejar de lado la presencia de romance, pero dejando que el suspenso y la neurosis nos invadan y nos hagan olvidar que hay alguna pareja sentimental en la película. La intención de Kaufman no es calmar la paranoia de su audiencia, sino mantenerse fiel a la fantasía aterradora escrita por Finney.

El remake comienza donde termina la creación de Siegel, cambiando los escenarios de un tranquilo paraje rural como Santa Mira a la gran ciudad de San Francisco. Donald Sutherland interpreta a Matthew Bennell, empleado del Departamento de Salud y entusiasta del puré de papas, quien ignora que unos parásitos gelatinosos están cayendo del cielo. Su colega, Elizabeth Driscoll, encarnada por Brooke Adams, es la primera en notar que algo extraño está sucediendo, cuando su novio, un alegre fanático de los deportes, comienza a actuar como un robot sin emociones. Elizabeth jura que ya no reconoce a su amado a pesar de que su apariencia física no ha cambiado, y no es la única. Un grupo de psiquiatras, entre ellos el Dr. David Kibner, interpretado nada menos que por Leonard Nimoy, trata de encontra un motivo para estos cambios en la gente, pero pronto la lógica queda descartada cuando se revelan estas vainas alienígenas que generan clones para reemplazar a los humanos.

Ambas producciones comparten elementos en su narración, pero Kaufman apunta a temas más complejos que el aislamiento rural y las sonrisas inquietantes. McCarthy aparece en el remake como un loco que se estrella contra el auto de Matthew, advirtiendo frenéticamente sobre algo que se acerca, al igual que su contraparte, el Dr. Bennell, en la original. Es un detalle ingenioso que sugiere que las películas podrían existir en el mismo universo a pesar de las diferencias de tiempo, tomando en cuenta que el personaje de McCarthy viene de un pequeño pueblo fuera de San Francisco que ya ha sido invadido. Aún así, se obtiene el mismo resultado gracias al lento reconocimiento de Matthew y Elizabeth sobre lo que está ocurriendo. Por su parte, Jeff Goldblum y Veronica Cartwright aparecen como los Bellicec, en un arco argumental bastante conocido, pero que se da en el bullicioso entorno urbano. Matthew y Elizabeth tienen la difícil tarea de evitar estas amenazas, mientras el nerviosismo aumenta desde que la primera suplantación queda consumada.

¿Funciona?

Desde los créditos de apertura hasta el grito de despedida de Sutherland, Kaufman luce las ventajas de su versión. Hay mucho más atractivo visual al mostrar a las entidades alienígenas, que en un inicio aparecen como masas gelatinosas que viajan a través del espacio hacia nuestro despreocupado planeta. Kaufman puede animar secuencias de transformación con la brutalidad gráfica más repugnante o agregar detalles más repulsivos a los fetos en desarrollo dentro de las vainas. Basándose únicamente en los efectos especiales, notamos una clara mejora en los detalles y un énfasis en la estética de la ciencia ficción. Esto es razón suficiente para llamar la atención de cualquiera.

El guion de Richter expande el concepto distópico de una comunidad convertida en dócil y obediente. La película original juega con las ilusiones de Capgras, un síndrome real en el que las personas creen que alguien cercano ha sido reemplazado por un impostor, pero carece de pensamientos a gran escala. Richter utiliza al Dr. Kibner de Nimoy para divagar sobre afirmaciones irracionales como invasiones extraterrestres, utilizando terapias para silenciar a alguien como Elizabeth, lo que se convierte en una especie de agresión psicológica. El remake se esfuerza más por presentar los cambios de comportamiento como señal de que alguien ha sido secuestrado, y tiene más que decir sobre la individualidad frente a las réplicas insignificantes pero capaces de realizar tareas civiles. El miedo a dejar de ser uno mismo se hace mucho más tangible y real.

La película logra distanciarse de las típicas expectativas, lo que le agrega mucha personalidad. Jack y Nancy encuentran un cuerpo en plena formación en la pileta de barro del spa, donde minutos antes Veronica le dice a un cliente que no bajará la música porque es buena para sus queridas plantas. Las réplicas advierten a otros sobre intrusos emitiendo un grito escalofriante lo cual es mucho más inquietante y perturbador que cualquier cosa en la película original. Incluso las verduras que cocina Matthew le agregan un toque de peculiaridad que se consigue mantener. Lo que se reutiliza de la original es acertado, y lo que se agrega, hace que aumente la intriga.

El Resultado

La verión del 78 de Invasion Of The Body Snatchers es más grande, mejor, y a mi humilde parecer, la versión definitiva que no ha sido superada en todos estos años. En ningún momento se siente que la duración de casi 2 horas afecte la narrativa. Kaufman sigue sus instintos para liberar el potencial de horror que conlleva el concepto, ya sea a través de las actuaciones del elenco o de efectos especiales perturbadores, como la infame escena del perro. No es que Siegel no haya explotado el relato original, sino que su película es un producto del Hollywood clásico. Kaufman por su lado, libera todo el potencial de terror que posee esta historia. Es el fin de la humanidad tal como la conocemos, y Kaufman quiere que sintamos ese peso inevitable, como un dolor en el pecho. Además, el cambio de escenario a San Francisco parece ser a causa de verdaderos hechos nefastos que tuvieron lugar en el norte de California, como el asesino del Zodiaco, contribuyendo a esta horrible idea de que podría ser mejor vivir como un clon que depender de la crueldad impredecible de la vida.

Hay que darle mucho crédito a la producción de Siegel, de la misma manera que las versiones originales de The Blob y The Fly (La Mosca) lograron algunos efectos especiales memorables con los medios que tenían en ese entonces. No hay nada malo con el aspecto de las vainas y el líquido espumoso que brotaba cuando las réplicas nacían. El equipo de efectos especiales de Kaufman simplemente perfecciona estos detalles. Logran hacer que todo se vea más orgánico, y las réplicas recién nacidas son mucho más repulsivas. Todo luce más grotesco, pero a la vez tiene esa capacidad de verse natural, haciendo que la experiencia sea más inmersiva.

En cuanto a las actuaciones, el elenco del remake tiene más oportunidades de expresarnos este ambiente apocalíptico gracias a los temas sombríos que Richter toca. Sutherland y Adams no tendrán una escena de baile en un bar vacío, ni nada parecido, pero su química romántica queda bien establecida, y su temor compartido nos transmite reacciones infinitamente más humanas a esa alienación social. Goldblum y Cartwright funcionan bien como los Bellicec, gracias a las excentricidades tan características de Goldblum como un escritor principiante que pierde los estribos cuando encuentra a su réplica. Tenemos también a Leonard Nimoy, una elección única para el Dr. Kibner, que cita anécdotas de libros sobre fenómenos sociales y disuade las investigaciones de sus amigos. Incluso Art Hindle, el novio de Elizabeth que resulta siendo la primera víctima, encuentra su momento para brillar, lo que deja en claro la capacidad de Kaufman para sacar lo mejor de sus actores.

La Lección

Invasion Of The Body Snatchers consigue funcionar a la vez como remake y como adaptación. La aclamada versión de 1950 fue colocada en el Registro Nacional de Cine de Estados Unidos por ser una película tan culturalmente relevante, y que acuñó el término “pod people”, que podríamos traducir como “gente de vaina”, en referencia a personas que se comportan de una manera mecánica, casi inhumana. Kaufman no dudó al plasmar su visión, extendiéndose y maximizando la presencia del terror a una raza extraterrestre que llega a invadirnos. Los trabajos de Siegel y Kaufman logran coexistir como ejemplos de las tendencias cinematográficas en sus respectivas épocas.

Entonces, ¿qué aprendimos?

  • Lo más evidente, dos décadas hacen una gran diferencia en términos de calidad de efectos especiales.
  • Las películas de ciencia ficción de los años 50 son los mejores candidatos para los remakes.
  • Es difícil que una nueva adaptación evite también ser un remake. Algunos podrían argumentar que la película es una “secuela” o “continuación”, pero eso es solo en parte. Es un remake que se vuelve creativo, incluso con la aparición de Kevin McCarthy.

Invasion Of The Body Snatchers es uno de esos pilares del terror que ha recibido demasiada exposición, al punto que mucha gente reconoce el rostro de Donald Sutherland sin saber de dónde proviene realmente la imagen. A eso valdría agregar que la historia de Finney se ha vuelto una piedra angular de la ciencia ficción, utilizada como base en una infinidad de películas. Ver nuevamente esta película hoy, podría resultar en una injusta sensación de “esto ya lo he visto antes”. Sin embargo, siempre tendrá el mérito de haber sido el punto en que convergen montones de conceptos, mezclando ciencia ficción con lo que llamaríamos “terror social” y una introspección de nuestra naturaleza como seres humanos, todo esto hace ya más de cuatro décadas.

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