Agarren todos los ingredientes del cine de ciencia ficción de los 70–80, cocínenlos bien y el resultado será: Stranger Things.
En un pueblo pequeño de Indiana, un niño desaparece misteriosamente. Tanto la madre como sus amigos y el sheriff del pueblo emprenderán en su búsqueda. Sin embargo, una serie de sucesos misteriosos empezarán a suceder.
Como lo mencioné en un inicio, la serie es un homenaje al género de ciencia ficción de los años 80, pero no sólo por su temática y sus referencias; a decir verdad, Stranger Things se siente como un producto audiovisual de dicha década. Desde los créditos iniciales y la banda sonora hasta la fotografía e iluminación. De hecho, se percibe una especie de desgaste en la imagen y creo que es parte de la propuesta.
He mencionado anteriormente que las referencias y guiños, por sí solos, no hacen bueno a una película o serie. No obstante, emplearlos de la manera como lo hace Stranger Things es el plus. Durante los primeros dos episodios se siente una especie de desbalance, como si hubiera una mezcla forzada en las historias; pero los hermanos Duffer saben ajustarlo y balancear las cosas. Es a partir del tercer capítulo que la serie toma una fuerza que no se detiene. Si bien la serie no innova y más bien recicla, emplea muy bien sus herramientas. Otro detalle a rescatar es el uso de diversos géneros sin que se perciba excesivo. Vemos una historia de aventura que se mezcla con el terror, la ciencia ficción, con pequeñas dosis de fantasía. Stranger Things tiene de todo.
Las actuaciones son acertadas. Winona Ryder logra encarnar perfectamente a una madre desesperada sin caer en la exageración; se siente un personaje muy natural. Finn Wolfhard, Gaten Matarazzo y Caleb McLaughlin tienen una química entre sí que sirve perfectamente para enganchar en los primeros episodios. No solo eso, sus personajes están tan bien armados que dentro de todas las situaciones de tensión nunca se pierde el hecho de que son niños. Millie Bobby Brown (Eleven) tiene a capacidad de decir mucho sin abrir la boca. Son sus expresiones las que denotan todo. En síntesis, el reparto está muy bien seleccionado, cada quien cumple con su rol a la perfección.
En resumen, Stranger Things no ofrecerá nada nuevo, pero aquello que nos muestra está muy bien realizado: los elementos que previamente hemos visto se emplean de manera equilibrada, la relación de los personajes funciona perfectamente, los capítulos juegan con la ternura y el miedo. Nuevamente Netflix demuestra que posee todas las capacidades para crear series de calidad impecable.