The Return of the Living Dead (que acaba de celebrar su aniversario de estreno) es una película muy querida, pues marca la intersección del género de terror y la cultura punk. Hablamos de tiempos en los que la música contestataria estaba por todas partes, y emparejarla con el cine de esta forma fue todo un deleite. Posteriormente, aparecerían varias secuelas que convertirían su nombre en un referente cultural, con un humor muy característico, escenas grotescas y caracterizaciones exageradas.
La película nació en medio de diferencias creativas entre los creadores de Night Of The Living Dead, John Russo y George A. Romero. Al no ponerse de acuerdo sobre la dirección que debía seguir la saga, se levantó una disputa legal que le dio a Romero la facultad de usar la palabra Dead en sus películas, mientras que Russo podría usar Living Dead. Esto llevó a Russo a trabajar con el gran Dan O’Bannon para darle vida a la primera Return, como una secuela indirecta de Night, con varias referencias a sus hechos.
Return Of The Living Dead, o ROTLD para hacerlo más corto, sigue a un par de amables empleados en un almacén de suministros médicos que cometen el error de manipular un barril lleno de un gas tóxico. La toxina liberada en el aire llega a través de la lluvia a un cementerio, cuyos inquilinos empiezan a resucitar. Para corregir su error, nuestros protagonistas se unen a diversos aliados, entre ellos una pandilla de punks.
Al igual que con Night, ROTLD presenta una serie de aspectos sobre los zombies que han sido aceptados como reglas en el cine de terror, particularmente el hecho de que por primera vez los muertos vivientes comen específicamente cerebros, y que un tiro en la cabeza no es suficiente para acabar con ellos.
La película es notable por sus personajes. James Karen es impresionante como el encargado del almacén, y sirve de mentor a Freddy (Thom Mathews). Clu Gulager deslumbra como Burt, propietario de la compañía de suministros. Linnea Quigley es inolvidable como Trash, y su escena de baile en el cementerio quedó entre las más memorables que se pueda imaginar. Miguel A. Nuñez Jr. queda muy bien como Spider con excelentes diálogos que se adaptan tanto a los momentos serios como a la comedia.
Los jóvenes punk están muy bien representados a nivel estético. Hablan en jerga de aquel entonces, usan la ropa que corresponde, y sus actitudes van acorde a la ideología rebelde de los 80s. Se ha visto representación punk antes, pero muchas de esas caracterizaciones fueron reducidas a personajes secundarios. Aquí tienen protagonismo y logran llenar toda la dimensión de sus personajes.
La película entonces se desarrolla como una secuela de Night Of The Living Dead, pero a su vez es una historia que funciona por sí sola. Es exagerada, cómica y brutal. Algo que realmente merece verse nuevamente, disfrutando de los cambios que empezaban a darse en aquella década.