Sombras Al Acecho: ¿Por qué ‘Nosferatu’ sigue impactando 100 años después?

Hay solo unas cuantas películas de 100 años o más que aún se preservan, se siguen viendo, y se reconocen como obras maestras. Algunas continúan siendo referentes y curiosidades desde los primeros días del cine, pero son raros los trabajos artísticos que han resistido el paso de más de un siglo. Vienen a la memoria A Trip To The Moon, de Georges Méliès, cortos de Chaplin y Keaton, Das Cabinet des Dr. Caligari, de Robert Wiene. Nosferatu, de F.W. Murnau, se asoma en medio de esta pequeña hermandad, y para algunos, las supera a todas. En 1924, el crítico Béla Balázs escribió que la película estaba imbuída con “un viento helado de destrucción” y el realizador Werner Herzog, quien haría su propia versión en 1979, la llamó “la mejor película alemana que se haya hecho”.

Friedrich Wilhelm Murnau fue simplemente un genio, uno de los realizadores más innovadores y artísticamente agraciados de todos los tiempos. Nosferatu es, para muchos, la máxima expresión de sus considerables talentos, pese a que The Last Laugh (1924), Faust (1926), Sunrise (1927) y Tabu (1931) también son consideradas obras maestras. Tras obtener notoriedad gracias a su trabajo con el director escénico Max Reinhardt, Murnau desarrolló un estilo visual incomparable y enérgico, que tuvo y sigue teniendo, una enorme influencia. El historiador Lotte M. Eisner llamó a Murnau “el más grande director que Alemania haya producido”. Considerando que esto incluye a Weine, G.W. Pabst, Ernst Lubitch, Fritz Lang, Werner Herzog, Rainer Werner Fassbinder y Wim Wenders entre muchos otros, es un gran elogio.

Aunque Murnau es el nombre más asociado con Nosferatu, como todas las películas fue realmente un esfuerzo colaborativo. Gran parte del crédito es para el guionista Henrik Galeen, quien adaptó libremente el guion (sin permiso) de Dracula, de Bram Stoker; y el productor / director de arte / diseñador Albin Grau. Ambos eran ocultistas devotos, con Grau moviéndose en círculos que le permitieron conocer a personas como Aleister Crowley. La intención de Grau era que Nosferatu fuera la primera película de ocultismo y diseñó los escenarios, trajes y accesorios para reflejar esto. Varias de las ilustraciones de producción de Grau aún existen y guardan secuencia con la película terminada. La imagen clave, el aspecto del conde Orlok (Max Schreck), claramente proviene de la imaginación de Albin Grau.

Al igual que Murnau, Henrik Galeen había trabajado la famosa compañía de teatro de Reinhardt, la cual creció durante los años de la República de Weimar tras la Primera Guerra. La simplificación de Galeen del argumento de Dracula no solo le dio forma a Nosferatu sino que tuvo una influencia sorprendente en posteriores adaptaciones, particularmente en la película de Tod Browning de 1931, en Horror Of Dracula (1958), y se pueden notar algunos elementos en la adaptación de Francis Ford Coppola de 1992. Siendo un espiritualista devoto, Galeen se aferró a la visión de Grau del proyecto y se enfocó en el misterio y la mística de este tratamiento. La película incluye elementos que difieren enormemente de las interpretaciones de Dracula incluendo una larga secuencia de Knock (Alexander Granach), Renfield en la mayoría de versiones, siendo perseguido por el campo, y un énfasis mucho menor en el personaje de Van Helsing en favor de Ellen (Greta Schroeder) logrando la victoria sobre Orlok.

nosferatu robert eggers

Una figura un tanto misteriosa en la creación de Nosferatu es el actor que hizo del vampiro, Max Schreck. Su nombre poco usual (la palabra alemana para “espanto”) y, hasta hace poco, una falta de fotografías del actor sin maquillaje, inició rumores y mitos sobre él. Estos iban desde lo posible (que era un seudónimo usado por un actor más conocido, para el mercado extranjero) hasta que no había un Max Schreck sino que Murnau había contratado a un vampiro real para el papel. En realidad Max Schreck no solo era su nombre real, sino que era un actor de carácter bastante respetado dentro de la compañía Reinhardt y continuó apareciendo en películas, incluyendo The Grand Duke’s Finances (1924), del propio Murnau, hasta su muerte por una falla cardiaca en 1936. El maquillaje de Schreck, muy posiblmente creado por Albin Grau, es realmente icónico e inspirado. A diferencia del aspecto constantemente copiado de Lugosi, no se repetiría hasta la adaptación televisiva de Tobe Hooper de Salem’s Lot, casi 60 años después. Sin embargo, la interpretación de Schreck del vampiro ha sido una gran influencia entre las actuaciones de monstruos de todas las décadas, desde Frankenstein hasta Freddy Krueger.

Nosferatu es memorable por muchas razones, pero las más importantes incluyen varias innovaciones de efectos ante cámara y las impresionantes imágenes que crearon. Algunos de los efectos visuales, como una especie primitiva de stop motion utilizada en la película, ya no tienen la capcidad de impresionar como alguna vez hicieron. Otros, como el uso de negativos sin revelar utilizados en la película para dar la apariencia del carruaje del conde Orlok atravesando un fantasmal bosque blanco, aún mantienen su misteriosa efectividad. Se han usado variaciones de esta técnica nada menos que por Stanley Kubrick en la secuencia del portal estelar en 2001: A Space Odyssey (1968) y por Martin Scorsese en la apertura y cierre de su remake de Cape Fear (1991). Varias imagenes se mantienen tan frescas y perturbadoras como hace un siglo: Orlok levantándose de su ataúd, ratas cayendo de la cubierta del barco, la sombra de las garras del vampiro acechando las mantas de Ellen. Estas imágenes funcionan para los temas de la película, que se mantienen atemorizantes e impactantes aún en nuestros días.

En Nosferatu, el conde Orlok es una fuerza de la naturaleza, la encarnación del destino, la enfermedad, y la muerte. Es una rata de tamaño humano preocupada solo por su propia supervivencia y completamente desinteresado por lo que tenga que destruir en su camino. Como observó el autor Seigfried Kracauer, muchas películas alemanas del periodo expresionista son acerca de personajes tiranos. El Dr. Caligari, el Dr. Mabuse, y Rotwang de Metropolis son excelentes ejemplos. Aquí Orlok representa la tiranía humana en un sentido, pero más allá de eso, es la encarnación de los dictadores más crueles y mortales de la historia: la guerra y la peste. Nosferatu apareció cuando los recuerdos de una de las guerras más destructivas y la pandemia más devastadora de la historia moderna aún estaban frescos.

Alguien que consideró la película misma como una plaga fue Florence Stoker, la viuda de Bram Stoker. Tras la muerte de su esposo en 1912, la única fuente de ingreso confiable aunque pequeña de Florence eran los derechos de su trabajo más famoso. En Abril de 1922, empezó a tomar acciones legales contra Prana Films (la compañía productora creada por Albin Grau) y los productores de Nosferatu. El caso demostró ser extenso y complicado, pasando por una serie de veredictos a su favor solo para ser apelados en una corte más alta.

Eventualmente, el veredicto final fue que como Prana estaba en bancarrota, todas las copias de la película, incluyendo el negativo debían ser destruidas.

Nosferatu 1922

De acuerdo al historiador David J. Skal, Nosferatu era la segunda adaptación no autorizada de la novela de Stoker, siendo la primera una película húngara del año anterior, una versión de Dr. Jekyll y Mr. Hyde titulada Der Januskopf con Conrad Veidt de Das Cabinet des Dr. Caligari en el papel principal. Lo interesante es que Veidt fue uno de los seleccionados para interpretar a Drácula en la versión autorizada diez años después, y en Der Januskopf aparece como personaje secundario el hombre que luego obtendría el papel: Bela Lugosi. Esa película ha quedado perdida en el tiempo. Irónicamente, parece que el litigio de Florence Stoker y la insistencia con la destrucción de la película pueden haber salvado a Nosferatu de sufrir la misma suerte de Der Januskopf. En vez de ser exhibida en su momento, Nosferatu fue copiada, contrabandeada, y preservada como pieza de colección prohibida por grupos de coleccionistas que vieron su importancia como trabajo artístico.

La sombra de Nosferatu es grande, extendiéndose como los dedos del conde Orlok a través de la puerta de Ellen. El espectro de su plaga narrativa puede ser visto en la figura de la Muerte de The Seventh Seal (1957) de Bergman, y The Masque of the Red Death (1964), de Corman. Tuvo un brillante remake hecho por Werner Herzog en 1979, con una nueva versión en camino por parte de Robert Eggers. Una de las películas más interesantes que ha generado es la oscura y divertida Shadow of the Vampire (2000), un recuento ficticio de cómo se hizo Nosferatu, confirmando el rumor de que Max Schreck era un verdadero vampiro.

En muchas formas, los vampiros en las películas siguen dos líneas de descendencia: una de la horrenda encarnación de Nosferatu, y la otra del elegante y atractivo vampiro originado por el Drácula de Bela Lugosi. Esta última versión ha sido la imagen dominante por décadas, pero la encarnación más repelente y animalesca se ha vuelto popular recientemente. Este resurgimiento empezó con el remake de Herzog y con Salem’s Lot, de Tobe Hooper, particularmente en el diseño del vampiro Barlow. Desde entonces, hemos visto reflejos de Orlok en personajes como Reaper en Blade II (2002), Marlow en 30 Days of Night (2007), Petyr en What We Do In the Shadows (2014), y el ángel en “Midnight Mass” (2021) entre muchos otros.

Si los temas de Nosferatu nos parecen muy familiares hoy es porque, como parte de la condición humana, siempre lo han sido, tanto en 1922 como en 2022. Las facciones políticas se enfrentan, las guerras estallan, las enfermedades se esparcen. En cualquier momento, un tirano hambriento de poder decide invadir una nación más pequeña. Un minúsculo organismo invade una célula humana, se multiplica, y antes de que lo sepamos, se esparce por todo el planeta, poniendo un alto incluso a las civilizaciones más poderosas y tecnológicamente avanzadas. Ambos han estado con nosotros desde el inicio de la humanidad y, por horrible que suene, seguirán allí mientras el ser humano exista. Es por esto que después de 100 años, Nosferatu no solo fascina sino que además aterra. Ese “viento helado” del que hablaba Balázs, que está en cada cuadro de la película, aún sigue y seguirá soplando.

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