‘Brainscan’ es una pesadilla lúcida que se ha convetido en nostalgia pura

Brainscan, de 1994, es una de esas películas que uno vería de niño después de que sus padres se han ido a dormir, de esas que uno quiere ver aunque no corresponde a su edad, de las que te mantendían despierto toda la noche. Por ello, una vez que empiezas, ya no puedes parar.

Hay algo en la calidad de Brainscan que nos hace sentir que hay más debajo de lo que nos muestra, algo siniestro que las películas de terror solían tener en aquel entonces. Puede sonar un poco tonto si tenemos en cuenta que la trama es sobre un adolescente que quiere jugar un videojuego de terror anunciado en Fangoria y termina invocando a villano caricaturezco que se sale del televisor. Y es justamente por eso que se hace memorable.

En Halloween de John Carpenter, Haddonfield tiene un papel sumamente importante porque todo es demasiado normal y esto hace que el pueblo no esté preparado para la aparición de Michael Myers. Su llegada es como soltar a un tiburón en una piscina llena de gente. En Scream de Wes Craven, los vecinos de Woodsboro quedan impactados al ver a sus hijos completamente desprotegidos en sus enormes casas, ya que ellos siempre están fuera por trabajo u otros motivos. Hay algo en estos escenarios que se siente muy realista para cualquier niño o adolescente que se ha quedado solo en casa o ha escuchado en las noticias que ha ocurrido un asesinato cerca a su domicilio. Brainscan está cargado de ese mismo pánico realista.

Michael (Edward Furlong) vive en el tipo de vecindario al que irían los niños a pedir dulces en Halloween porque sabes que nadie se los negará. Su habitación es lo que tendría un millonario si fuera fanático del metal, el terror y los videojuegos. A pesar de eso, se puede sentir su tristeza y soledad en medio de ese tesoro noventero. Su padre siempre está fuera de casa por trabajo y su madre murió en un accidente de auto. Él y su amigo Kyle (Jamie Galen) son los desadaptados del colegio y los únicos adultos que conocen son los típicos ancianos hogareños. Aún si quisieran buscar ayuda, no tendrían dónde encontrarla.

Sería más fácil para el pueblo que ambos se fueran, pues son ellos los que se muestran abandonados y suceptibles a la maldad en un lugar que fácilmente podría ser la escena de un crimen. Y precisamente eso lo que llega a suceder.

Brainscan fangoria

Michael prueba el juego por primera vez y de repente estamos viendo a través de sus ojos, con una voz repitiendo que vaya hacia la puerta. Avanzamos por un campo hacia una casa con un hombre durmiendo, completamente vulnerable a lo que sea que se le acerque. En este caso, nosotros. La voz da la orden y vemos una serie de puñaladas y un pie siendo cercenado. Todo esto nos transmite una sensación fría y real. Michael despierta y se da cuenta de que solo ha sido a causa del extremo realismo del juego. No mató a nadie. Pero al día siguiente, las noticias refieren que el hecho sí ocurrió, y comienza una cacería en la que las fuerzas policiales buscan al asesino. Una verdadera pesadilla. Haber cometido un asesinato y no ser capaz de recordarlo hasta verlo en el noticiero.

Lo realmente aterrador de Brainscan es que logra recrear una horrenda ansiedad que muchas otras películas han intentado sin éxito: la que se vive tras haber cometido un asesinato. Ya sea que se trate de un engaño o de una falsa acusación, lo cierto es que a ojos de todos, Michael cometió un delito mayor y ahora debe sentarse en la inmensidad de su casa a esperar que las consecuencias toquen su puerta.

De hecho, el aspecto realista se quiebra cuando aparece “The Trickster” (T. Ryder Smith) saliendo de la TV de Michael. A pesar de esto, el personaje es algo único. Es entretenido y aterrador a su manera, como una película de terror viviente.

Uno de los aspectos más divertidos de Brainscan es la nostalgia que habita junto a Michael. Revistas sobre cine de terror, pósters, iconos del heavy metal, todo lo que un adolescente de aquellos años podría desear. Incluso tenemos a un asistente virtual, algo inexistente en aquellos años, que lleva por nombre Igor. Al estilo de Siri o Alexa, Igor es capaz de aparecer en una pantalla y hacer llamadas telefónicas. Esos detalles de tecnología retrofuturista hacen que la película pueda sobrevivir al paso del tiempo, alcanzando nuestros avances actuales.

El elenco no podría ser mejor. Tenemos a Furlong en su mejor momento, Frank Langella como el detective, y Smith como el Trickster. También podemos destacar a Amy Hargreaves como Kimberly, la vecina que logra ver algo especial en Michael y se siente atraída por él, al punto que se desviste frente a la ventana cada noche porque sabe que él la está mirando. Aunque tal vez no sabe que también la graba en video de alta calidad.

Brainscan se siente como una realidad alternativa en la que John Connor nunca se encontró con el T-800 y siguió siendo criado por sus padres adoptivos, sacando dinero de los cajeros automáticos para divertirse y comprarse cosas. Pero aparte de eso, la película conlleva muchos momentos distintos. Hay situaciones que tienen el tono de amenaza urbana de Scream, y otras con la ejecución disparatada de Shocker. Estos cambios nunca fueron del agrado de los críticos, pero han hecho que se convierta en un clásico de culto entre los fanáticos.

Balanceándose entre el terror y la llegada de la adultez, Brainscan es un tanto desordenada, pero definitivamente es toda una experiencia. Muchas películas han tratado de usar los mismos elementos, pero ninguna lo ha conseguido presentar de una manera tan distinta y al mismo tiempo.

Brainscan trickster

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